La
cuestión es que esta imagen trajo a mis recuerdos algunos de aquellos
días de mi juventud. Esta situación, no me recordó exactamente a los
afiladores, si no, un personaje que en su día me hizo reír y con el que
disfruté en su momento por sus actos y representaciones.
Me
refiero a mi entrañable amigo Camilo. Camilo, cuando ya la noche
pasaba por largo y en alguna ocasión los astros del alba se escondían;
empapados de alegría, comenzaban las actuaciones de Camilo:
Normalmente
necesitaba una silla de anea que usaba a modo de bicicleta, con el
cuerpo ligeramente flexionado sobre la silla sujetando los morriones con
ambas manos, como sujeto al manillar y haciendo pedales con la pierna
derecha, cantaba:
Soy
maestro afilaó que vengo de Engalaterra, en esta esquinita me paro con
ganas de trabajá, saco mi cuchillito y me pongo a afilá (paseaba la
palma de la mano abierta en un vaivén de palma y reverso a modo de
afilar el cuchillo imaginario), lliiiii,lliiii,lliiiiii. Me asoma una
niña al balcón y me dice de esta manera: “Señor afilaó, ¿Cuánto me va
usté a llevá por amolá estas estijeras?,”.”Le llevaremos dos rales si
está conforme en er trato, si quiere, también le remacho er clavo.
lliiiiii, lliiiiiii, lliiiiiii”
¡Otra vez! Camilo, venga, otra vez, gritábamos todos entre aplausos y vitores. Y allá que iba Camilo con su siguiente interpretación, que no era ni mas ni menos que la misma. ¡Vamos, que lo bordaba!
¡Gracias Camilo!, por aquellos inolvidables momentos. Esos momentos que hoy día recuerdo con nostalgia, pero que al final me llenan el corazón de alegría.
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