sábado, 21 de diciembre de 2013

La Nacencia

         
Bruñó los recios nubarrones pardos
la luz del sol que s´agachó en un cerro,
y las artas cogollas de los árboles
d´un coló de naranjas se tiñeron.

A bocanás el aire nos traía
los ruídos d´alla lejos
y el toque d´oración de las campanas
de l´iglesia del pueblo.

Ibamos dambos juntos, en la burra,
por el camino nuevo,
mi mujé mu malita,
suspirando y gimiendo.

Bandás de gorriatos montesinos
volaban, chirrïando por el cielo,
y volaban pal sol qu´en los canchales
daba relumbres d´espejuelos.

Los grillos y las ranas
cantaban a lo lejos,
y cantaban tamién los colorines
sobre las jaras y los brezos,
y roändo, roändo, de las sierras
llegaba el dolondón de los cencerros.

¡Qué tarde más bonita!
¡Qu´anochecer más güeno!
¡Qué tarde más alegre
si juéramos contentos!...
- No pué ser más- me ijo- vaite, vaite
con la burra pal pueblo,
y güervete de priesa con l´agüela,
la comadre o el méico -.

Y bajó de la burra poco a poco,
s´arrellenó en el suelo,
juntó las manos y miró p´arriba,
pa los bruñíos nubarrones recios.

¡Dirme, dejagla sola,
dejagla yo a ella sola com´un perro,
en metá de la jesa,
una legua del pueblo...
eso no! De la rama
d´arriba d´un guapero,
con sus ojos roendos
nos miraba un mochuelo,
un mochuelo con ojos vedriaos
como los ojos de los muertos...
¡No tengo juerzas pa dejagla sola!
¿pero yo de qué sirvo si me queo?

La burra, que rroía los tomillos
floridos del lindero
carcaba las moscas con el rabo;
y dejaba el careo,
levantaba el jocico, me miraba
y seguía royendo.
¿Qué pensará la burra
si es que tienen las burras pensamiento?

Me juí junt´a mi Juana,
me jinqué de roillas en el suelo,
jice por recordá las oraciones
que m´enseñaron cuando nuevo.
No tenía pacencia
p´hacé memoria de los rezos...
¿Quién podrá socorregla si me voy?
¿Quién va po la comadre si me queo?

Aturdio del tó gorví los ojos
pa los ojos reondos del mochuelo;
y aquellos ojos verdes,
tan grandes, tan abiertos,
qu´otras veces a mí me dieron risa,
hora me daban mieo.
¿Qué mirarán tan fijos
los ojos del mochuelo?

No cantaban las ranas,
los grillos no cantaban a lo lejos,
las bocanás del aire s´aplacaron,
s´asomaron la luna y el lucero,
no llegaba, roändo, de las sierras
el dolondón de los cencerros...
¡Daba tanta quietú mucha congoja!
¡Daba yo no sé qué tanto silencio!

M´arrimé más pa ella;
l´abrasaba el aliento,
le temblaban las manos,
tiritaba su cuerpo...
y a la luz de la luna eran sus ojos
más grandes y más negros.

Yo sentí que los míos chorreaban
lagrimones de fuego.
Uno cayó roändo,
y, prendío d´un pelo,
en metá de su frente
se queó reluciendo.
¡Qué bonita y qué güena!
¿quién pudiera sé méico?

Señó, tú que lo sabes
lo mucho que la quiero.
Tú que sabes qu´estamos bien casaos,
Señó, tú qu´eres güeno;
tú que jaces que broten las simientes
qu´echamos en el suelo;
tú que jaces que granen las espigas,
cuando llega su tiempo;
tú que jaces que paran las ovejas,
sin comadres, ni méicos...
¿por qué, Señó, se va morí mi Juana,
con lo que yo la quiero,
siendo yo tan honrao
y siendo tú tan güeno?...

¡Ay! qué noche más larga
de tanto sufrimiento;
¡qué cosas pasarían
que decilas no pueo!
Jizo Dios un milagro;
¡no podía por menos!

II

Toito lleno de tierra
le levanté del suelo,
le miré mu despacio, mu despacio,
con una miaja de respeto.
Era un hijo, ¡mi hijo!,
hijo dambos, hijo nuestro...
Ella me le pedía
con los brazos abiertos,
¡Qué bonita qu´estaba
llorando y sonriyendo!

Venía clareando;
s´oïan a lo lejos
las risotás de los pastores
y el dolondón de los cencerros.
Besé a la madre y le quité mi hijo;
salí con él corriendo,
y en un regacho d´agua clara
le lavé tó su cuerpo.
Me sentí más honrao,
más cristiano, más güeno,
"bautizando" (*) a mi hijo como el cura
bautiza los muchachos en el pueblo.

Tié que ser campusino,
tié que ser de los nuestros,
que por algo nació baj´una encina
del camino nuevo.

Icen que la nacencia es una cosa
que miran los señores en el pueblo;
pos pa mí que mi hijo
la tié mejor que ellos,
que Dios jizo en presona con mi Juana
de comadre y de méico.

Asina que nació besó la tierra,
que, agraecía, se pegó a su cuerpo;
y jue la mesma luna
quien le pegó aquel beso...
¡Qué saben d´estas cosas
los señores aquellos!

Dos salimos del chozo,
tres golvimos al pueblo.
Jizo Dios un milagro en el camino:
¡no podía por menos!

                                Luis Chamizo

sábado, 28 de septiembre de 2013

El desconcierto



Improvisación Anda, que güena t'espera; güeno está tu padre, güeno p'arrimate tres zurrios y no dejate il p'al pueblo enjamás. ¿Onde has andao? Dime: ¿Qué diablos t'has jecho töita la noche de Dió sin acudir, y sabiendo que tós aquí t'aguardaban como al santo venimiento muertos de jambre? ¡Qué corcio!; yo estuve en el desconcierto, es deci, yo estuve juera, que los que estaban por drento eran tós los señoracos, la gente gorda del pueblo. ¡Vaya mozas peripuestas! ¡Vaya jembras de lo güeno! ¡Vaya'quel Marcos Reöndo qu'estaba que pa coméselo! Pos ¿y aquel del organillo? ¡no era naide con los deos! Asín son las juergas, madre, de los señores der pueblo, asin da gusto, ¡qué contrí!, y no como aquí jacemos, siempre empinando la bota, cantando siempre lo mesmo. Aquellos eran cantares Con tó lo suyo; por cierto qu'a mi me páece mentira qu'aquel mocino tan nuevo, tan delgainino, cantara tan juerte y con tanto genio. ¡Vaya un vozarrón, mi madre!, retumbaba com'un trueno, y endispués s'iba apagando tiritando en el galguero, jaciendo unos gorgoritos, jormando un feligraneo, apretando y aflojando, bajando y después subiendo, destirajandó la copla y queándose un momento con un són d'esos mu juertes, que los llaman dós de pecho, lo mesmito que los micales jacen parás en el cielo. ¡Mecachi en dies, vaya un tío! ¿Onde l'enseñarán eso? Pa mi que no es en España, porque en España yo creo que no l'enseñan a uno na más qu'a cantá flamenco. Lo qu'a mi me da coraje es qu'a lo mejó no entiendo la letra de las tonás que se canta con más genio. Cúchili, fáchili, mochi ¡Anda, verigua tú eso!, Pos asín se las gastaban las coplas del desconcierto. Lo qu'es p'al cante no hay otro, no pué ser que llegue haberlo como ese Marcos, tan flaco, tal delgainino, tan tieso, que canta más qu'una máquina cantaora, ¡ya lo creo! Y pa cuestión de la música, pa dal de prisa a los deos no pué habel otro en el mundo que maneje el estrumento mejó, ni con tanto garbo, con más gracia y más salero como ese señor Echániz qu'es un tío de cuerpo entero. Y ya lo sabes tó, madre, tó lo que pasa pol pueblo, y da gracias a las gracias que s'acabó el desconcierto, que si no, manque m'hubiera padre escachurrao los sesos endispués, esta presona no güerve pal rastrojeo, ni güerve con los avios, ni güerve con los aperos, y os saldrían telarañas en el estógamo mesmo. ¡Vivan los Marcos Reöndos! ¡Vivan los músicos güenos! ¡Vivan las caras bonitas de las muchachas del pueblo! Y dile a padre que venga, que no m'importa un pimiento que m'atice tres zurrios y me retuerza el pescuezo.
Luis Chamizo

miércoles, 25 de septiembre de 2013

La cartilla del campesinu


Si quierih ser campusino
prencipiaras con la siembra
siguiendu tó el procesu
jasta que llegui la siega
y estar en está dispuestu
pa dirti al cortí con juerza.

Pus, por lo menus tendras
que dir de ataor a ella
jaciendu ñus con el balagu
atandu la mies mu prieta
trujiendu agua a los hombris
de argún pozu que este cerca.

Tamien iras a l'era
y allí; montau en el trillu
jaras roangas enteras
jasta que'l granu y la paja
de tantu habel siu cortaus
andin, ca unu pol su cuenta.

Endispues bieni la limpia
si el vientu mos acompaña
aventaremus la parba
con los liendrus, con las palas
pa que asin de esta manera
se separin granu y paja.

El granu hemus de trael
en costalis aqui a casa
y vaciarlu en la trojí;
o meterlu aondi mos caba
esperandu a poel vendelu
a quien mejor mos lo paga

                                David

domingo, 15 de septiembre de 2013

El Desafío

 En la izquierda la guitarra
la navaja en la derecha,
terciada la manta al hombro,
la faja encarnada, suelta,
la actitud provocativa,
la mirada descompuesta,
roja de rabia la cara,
ronca la voz y algo trémula,
así apostrofaba el mozo
más rumboso de la aldea
a cuatro o seis rondadores
que invadieron la calleja
donde el mozo le cantaba
cantares a su morenaz
  ¡Me caso en Reus! Los majos
que asín de mí se moflean
jechin el paso p'alanti
como el que jabla lo jecha.
 Si alguno tiene asaúras
y halbeliá más que lengua,
jala p'alanti ahora mesmo,
que, al que de mi se grojea
sé yo jaceli una raya
pa embajo de alguna teta.
 Sos tengo bien alvertío,
por ajuyir de quimeras,
que cuando yo jechí rondas
a la vera de esta reja
calli la boca quien pasi
pa que le salga la cuenta
y jaga que no ma visto,
y andi agúo y no se güelva,
que esta calli es pa mi solo
dendi que Dios anocheza.
Si en esi corru hay alguno
que quié que le dé en la jeta
y jaga un bochí y lo entierri
al mesmo pie de esta reja
pa cantli luego encima
lo que él cantali quisiera
a una mujel que le ajuyi
y a cá minuto lo avienta.
 Si quié dil de golpe al bochí
eji el corru y acá venga,
y si el humol no le ayúa
y el miëdo le jormiguea,
ayuáli los del corru,
que pa tos acaso tenga.
  Jala p'lanti los cinco,
que aunque sin naide me vea,
enjamás he rejilao
ampié la ventana ésta!"
 Así dijo el bravo mozo,
Y a saltos como una fiera
lanzóse hacia los del grupo,
que, sin grande resistencia,
dejaron en un momento
despejada la calleja.
 Tornó el mozo a la ventana
de la muchacha morena
y la guitarra pulsando
hirió con rabia las cuerdas,
y al aire lanzó esta, copla
con la voz un poco trémula:
 "No le jurguis al león
que anda alreor de la jembra,
ni te enredis con el hombri
que canta al pie de una reja

Gabriel y Galán



sábado, 10 de agosto de 2013

El Embargo

Señol jues, pasi usté más alanti      
     y que entrin tos esos,   
     no le dé a usté ansia,     
     no le dé a usté mieo...
  Si venís antiayel a afligila,
sos tumbo a la puerta. ¡Pero ya s'a muerto!
Embargal, embargal los avíos,
      que aqui no hay dinero:
      lo he gastao en comías pa ella
y en boticas que no le sirvieron,
      y eso que me quea.
porque no me dió tiempo a vendello,
       ya me está sobrando,
       ya me está gediendo.
Embargal esi sacho de pico,
y esas jocis clavas en el techo,
      y esa segureja
      y esi cacho e liendro...
¡Jerramientas, que no quedí una!
      ¿Ya pa que las quiero?
Si tuviá que ganalo pa ella,
¡qualisquiá me quitaba a mi eso!
 Pero ya no quió vel esi sacho,
  esas jocis clavás en el techo,
      ni esa segureja
      ni ese cacho e liendro...

 ¡Pero a vel, señol jues: cuidaito
       si alguno de esos
   es osao de tocalí a esa cama
   ondi ella s'a muerto:
la camita ondí yo la he querío
cuando dambos estábamos güenos;
la camita ondi yo la he cuidiao,
la camita ondí estuvo su cuerpo
       cuatro meses vivo
       y una nochi muerto!

¡Señol jues: que nenguno sea osao
de tocali a esa cama ni un pelo,
       porque allí lo jinco
       delanti usté mesmo!
       Lleváisoslo todu,
       todu, menos, eso,
       que esas mantas tienin
       suól de su cuerpo...
   ¡y me güelin, me güelin a ella
       ca ves que las güelo!..
 
                  Gabriel y Galán 

jueves, 25 de julio de 2013

Varón

  ¡Me giedin los hombris
      que son medio jembras!

      Cien vecis te ije
      que no se lo dieras;
que al chiquín lo jacían marica
      las gentis aquellas.  .

Ahora ya lo vide, y a mi no me mandis
      más vecis que güelva.

      Te largas tú a velo,
      que pué que no creas
que tu cuerpo ha parío aquel mozo, 
ni que lo cebasti Con tu lechi mesma,
ni que tieni metía en la entraña
      sangri de mis venas.

      N'amas de mimarros
      y delicaezas
      se ha queao lo mesmo que un jilo
paliúcho y sin chispa de juerza.

      Cá instanti se lava,
      cá inslanti se peina,
      cá instanti se múa
      toa la vestimenta,
y se encrespa los pelos con jierros
      que se lo retuestan,
 en los dientis se da con boticas
 de unos cacharrinos que tieni en la mesa,
 y remoja el moquero con pringuis
       n'amás pa que güela.

       ¡Giedi a señorita
       dendi media legua!

Se levanta a las nuevi corrías
y a las doci lo menos se acuesta.

       ¡Va a ponersi pochu
si acotina de aquella manera!

¡Güeno está pa mandalo a bellotas,
pa ayualmi a escuajal en la jesa,
pa jacel un carguju de tarmas
       y  traélo a cuestas,
u pa estalsi cavando canchális
dende que amaneci jasta que escureza!

Los muchachos de acá me esconfio
       que mos lo apedrean
cuantis venga jaciendo pinturas
u jablando de aquella manera,
y verás cómo el mozo no tieni
       ni agallas ni juerza
pa el primero que quiera moflarsi
       rompeli la jeta.

       Ya no dici padri,
       ni madri, ni agüela.

"Mi papá, mi mamá, mi abuelita..."
       así chalrotea,
como si el mocoso juesi un señoruco
       de los de nacencia,
ni mienta del pueblo, ni jace otro oficio
        que dil a una escuela
y palral e bobás que allí aprendi,
que pa ná le sirvin cuantis que se venga.

Pa sabel  sus saberis le ije:
       "Sácame la cuenta
del aceiti que hogaño mos toca
del lagal po la parti que es nuestra.

Se maquilan sesenta cuartillos
      p'acá parti entera,
y nosotros tenemos, ya sabis,
      una media tercia
que tu madre hereó de una quinta
que tenía su agüela Teresa.

 ¡Ya ves tú que se jaci en un verbo!
      Sesenta la entera,
      doci pa la quinta,
      cuatru pa la tercia,
quita dos pa una media, y resultan
      dos pa la otra media.

Pus el mozu empringó tres papelis
      de rayas y letras
      y pa ensenrearsi
      de aquella maeja
ijo que el aceiti que a mi me tocaba
era "pi menus erre",  ¿te enteras?

      ¡Pus pués dil jacindu
      las sopas con ella!

      ¿Y esos son saberis?
      ¡Esas son fachendas!

 No le quise mental del guarrapo
      ni icile siquiera
que hogañazo vendimos el churru
pa compral un cachuju de tierra.

      ¡Allí no se jabla

de esas cosas ni en ellas se piensa!

N'amás que se jaci comel confituras
      melcal vestimentas,
      dirse a los cafesis,
      dirse a las comedias
y palral de bobas que no valin
       ni siquá una perra.

¡Jolgacián como el nuestro muchacho
no va a habelo, si aquí no se almienda!

Yo no lo distingo de otros señorinos
que con él se ajuntan y jolgacianean.

       ¡Son como maricas¡
       ¡Júy, qué vestimentas!
       Ves una presona
por detrás, en la calli, tan tiesa
y endi lejus no sabis de cierto
       si es macho u es jembra.

       Güelen a lo mesmu
       como las ovejas,
y p'aquí no es asín, que cá cosa
       güele a su manera:
güeli a macho la carni de hombri
y la carni de jembra da a jembra.

Hay que dil a buscar al muchacho
       cuantis que se puea,
y le dicis a aquellos señoris
que esu no quita pa que se agraeza,
pero que a su padri le jaci ya falta,
       y asín se la enreas.

No lo quió jolgacián, aunque muchos
       saberis trujiera.

Y no es esu solu lo que a mí me enrita,
que otras cosas me jacin más mella...
Hay que dil a buscalo cá y cuando,
       que venga, que venga,
porque mira,  me giedin los hombris
       que son medio jembras.
 
                                 Gabriel Y Galán 

domingo, 21 de julio de 2013

La Gedihonda

             Asín jablaba la madri
          y asín el hijo jablaba
          el hijo ajogao de aginos,                
          la madri ajogá de lágrimas,
          él jechao y ella encogía
          a la vera de la cama.
           -Si sigues asín penando,
          te mueris, hijo del alma,
          y si te casas con ella
          te jundis y a tós mos matas.
          ¿Ondi tienis la cabeza,
          ondí tienis las entrañas
          que no se te jacin migas
          de vel las jielis que pasa
          tu padri, que tó lo sabi
          manque no te dicí nada?
           ¿Ondí tienis tú los ojos
          pa no vel en lo que paras
          cuantis que logrí enrealtí
          la serpiente que te engaña?
          Pa ti no es eso apareníl,
          ni ella con tu genti encaja,
          ni a ti, Gelipe, te salí
          esi rumbo que ella gasta.
          Y entávia más malu que eso
          es que tiení mala fama,
          y a tós los hombris los quieri
          y como a ti los ¡alaga,
          y acuerdati tú, Gelípí,
          que pol jacel cosas malas,
          jasta el alcaldi y el cura
          quisun del pueblo aventala.
            Una mujel que ha venio
          de alguna ciudá mundana,
           ¡Qué habrá jecho pa estal sola
          sin naide de la su casta!...
           ¡Qué habrá jecho! lo que dicin
          que jaci aquí: cosas malas,
          que e mi me cuesta decilas,
          pero a ella jacelas, nada.
            Bien sabis tú que la genti
          la "Gedihonda" la llama,
          porque dícin tós los hombrís
          que endi lejos jiedi a mala.
            Y tú cieguinu a querela,
          y ella jaciendote cara
          pa empicarti a su persona
          y calentarti la entraña.
            ¡Y bien que lo ha conseguio!
            ¡Y bien la genti lo jabla!
            ¡Y bien se agina tu madri
            por ti, Gelipi del alma!
             Dicin que bebel te ha jecho
            de una bebía mu mala
            que a los hombris entontecí
            pa hacelos querel sin gana.
             Y asín debí sel, Gelipi,
            Gelipí de mis entrañas,
            que tú eras bueno artinantis
          y nunca jielís nos dabas,
          y na del mundo sabías,
          y siempre quietino en casa,
          jasta te daba vergüenza
          si de novias te jablaban.
            Y jací un año corrío
          que eris otro, hijo del alma,
          ajuyis de andi tu madri,
          duermis pocu, no trabajas,
          comes como un pajarino
          y ya solino te encamas.
           To jué porque te empicaste
          a esa serpiente mundana
          con la que dicí la gentí
          que aunque te matin te casas.
           Imí sí es cierto, Gelipi,
          pa yo morilme de ansia
          pa que se ajogui tu padri,
          pa pue se aflija tu hermana,
          pa dicilti que te jundis
          y deshonras a tu casta,
          porque esa mujel perdía
          endi lejus jiedi a mala.
                                     
                            II

          Asín jablaba la madri,
          y el hijo asín contestaba:
           Madri, me quieri y la quiero,
          manque dicin que es mundana.
           Ni pueo ejala a ella
          ni a usté quiero yo matala...
           ¡Ejalmi moril de queo
          y queáis iguales dambas!... 
 
 
                               Gabriel Y Galán 

domingo, 9 de junio de 2013

Don Adolfo

Se cuenta, que en un pueblo de extremadura había un hombre de afinidad política de izquierdas, pero no a la izquierda política actual, sino a la izquierda sentimental, a la buena. Llamábase Rogelio, su esposa, Bernardina. Tenían en común cuatro hijos entre los 3 y los 8 años, mas dos que se habían quedado en el camino. Pasaban estas criaturas mas hambre que un ratón en la plaza de abastos de Malcocinado.
El hombre, se negaba a ir a mendigar trabajo al terrateniente del pueblo "Don Adolfo".
Don Adolfo, todas las mañanas iba en su caballo a la plaza del pueblo, donde lo esperaban todos los jornaleros para ver si ese día tenían surte y don Adolfo los enviaba a una de sus fincas a dar la peonada.

Bernardina.- Pero hombre, Rogelio, por el amor de Dios, no ves que a tus hijos ya no les quedan ni mocos pa comérselos, no ves que están esmallaitos, anda, ve a pedile trabajo a Don Adorfo.
Rogelio.- por tu´muerto Bernardina, no me pida esu, quel´hijoputa ese no me va dal trabajo a mi, que yo se que no comurga con mi forma de sé. y que se, que no me tié aprecio.

Bernardina.- Pero..  halo por tushijos, halo por mí si me quiés una mijina.
Se vio esta criatura tan pillado y diole tanta pena los llantos de Bernardina y los ojos de sus hijos suplicando una migajita de pan, que decidió presentarse a la plaza del pueblo al siguiente día.
Esperando a don Adolfo

Don Adolfo en cuanto lo vio en la plaza.- ¡Hombre!, ¿como tu por aquí?
-Necesito trabajá Don Adorfo, mishijo pasan hambre y mi mujé tamién,
-Pues para que veas que yo no soy lo que tú dices que soy, para que veas que yo no soy tan malo, ni explotador y que tengo buen corazón, te vas a ir a la finca que tengo en los chaparrales, al lado de la casilla hay una suerte con mucho forraje. Coge de la casilla una guadaña y ve segando esos forrajes.
.- Lo que usté mande Don Adorfo, mucha gracia don Adorfo.
.-. Y a ver si en adelante, dejas de tratarme por ahí de explotador.
.- Lo que usté diga don Adorfo, lo que usté mande don Adorfo.
.-Pues venga, a trabajar que el día es corto.

Allá que se fue esta criatura todo felicidad al ver que al menos llevaría pan a su casa, no cabía en sí de gozo, ya se veía a la noche en su casa contándole a Bernardina lo que le había pasado con don Adolfo.
A la hora de estar en el tajo con su guadaña vio venir a don Adolfo en su caballo
Don Adolfo
.- Buenos días Rogelio ¿como llevas el tajo?
.-Mu bien don Adorfo, mire usté, to lo que llevo cortao.
.-Hombreee no está mal, pero digo yo, que ya que vas cortando , digo yo eh, que por qué no te atas una guadaña a un brazo y otra en el otro y aprovechas mejor el tiempo, ¡zas! tajo con una mano, ¡zas!, tajo con la otra.
Le explicaba don Adolfo a Rogelio, haciendo movimientos alternativos con los brazos .
.-Lo que usté diga do Adorfo, asin lo jaré don Adorfo.
Y allí se quedó esa criatura con dos guadañas, una en cada mano, como le había dicho don Adolfo.
¡zas! ¡zas!
Pasada una hora, allá que venía don Adolfo con su caballo:
.-Buenos días Rogelio, como va ese tajo.
.-Pos mire usté don Adorfo to lo que llevo cortao.
.-¡Hobre!, no está mal, algo mejor si que va, muy bien, muy bien. Ves tu como haciéndome caso a mi las cosas van mejor. Para que luego vayas hablando que yo no soy un hombre coherente y dialogante con mis empleados.
.-Lo que usté diga don Adorfo.

Rogelio
.- Pero, digo yo, es un decir, si ya que vas cortando con las dos guadañas, que lo estas haciendo muy bien ¡eh!, que eso hay que reconocerlo y yo te lo reconozco. te atas a los botos dos zachos sin mango que hay en la casilla preparados al efecto y según vas cortando, como te quedan libres los pies, con las zachuelas vas cavando en el terreno y así queda preparado para la siembra.
.-Me paja mi qu´eso es mu difíci don Adorfo.
.-¡Hombre!, no me digas eso, pero si eso es muy simple ¡mira!.
Y allá que empezó don Adolfo, sin bajarse del caballo la sucesión de gestos con manos y pies de como debía hacerlo Rogelio. Una mano para un lado ¡zas!, la otra para el contrario ¡zas!, un pié cavando al centro ¡tras! y tras este el otro pié ¡tras!.
-Ves que fácil es. Y un hombre como tú, curtido en mil batallas no va a saber hacer una cosa tan simple. Mira que yo te tengo mucho aprecio y te lo he demostrado hoy, y yo se, que tu no me vas a defraudar.
-Lo que usté diga don Adorfo. voy a ve como me sale.
-¡Venga hombre!, ¿como te va a salir?, con ganas y un mínimo esfuerzo por tu parte seguro que te sale de lujo, yo, confío mucho en ti y se que lo vas a hacer bien. Y se que lo vas a hacer bien por mi, que he puesto toda mi confianza en tu persona a pesar de como tu hablas de mí.
.-Lo que usté diga don Adorfo.
.- Y no me hables de usted que ya que vamos cogiendo confianza el uno en el otro, es hora de que nos tuteemos.
.-Lo que usté diga don Adolfo.
.-Pues venga que si no con tanto palique no vamos a terminar la faena.
Allá se quedo este hombre con su faena mientras don Adolfo se perdía en el horizonte con su caballo. ¡zas! ¡zas! ¡tras!¡tras!¡zas! ¡zas! ¡tras!¡tras!.
transcurridas un par de horas, nuevamente se presentó don Adolfo.
.-¡Hombreee!. ¿Ves tu como yo no me equivocaba contigo, como haces tu conmigo contando tantas mentiras?. ¡Si señor!, un trabajo bien hecho.
.-Buenos días ¡uf! don ..Adolfo.
.-¿Que te pasa en la voz?
.-Que estoy medio afisiao con la faena.
.-¡Venga hombre!, eso es que tu no estas acostumbrado a trabajar y con cualquier cosita pues te falta el aliento, ya verás tu cuando lleves unos días como esto será coser y cantar.
.-Lo que usté diga don Adorfo.
.-Pero, que digo yo, que ya que lo estas haciendo tan bien, digo yo ¡eh!, si te metieses trigo en los bolsillo y te hicieses unos agujerillos pequeños a medida que vas segando y preparando para la siembra, con un ligero movimiento de caderas y culo, dejarías caer el trigo y quedaría sembrado, con lo que harías una labor excepcional y yo te lo agradecería de corazón, porque eso significaría que la opinión que yo tengo de ti es la correcta. Me demostrarías que no estaba yo engañado. que eres un hombre de bien y trabajador donde los haya, aunque no estés acostumbrado.
Sin bajarse del caballo, don Adolfo volvió a hacer una interpretación de como debía actuar Rogelio  ¡zas! ¡zas! ¡tras!¡tras! ¡iiiin!  ¡iiiin!¡zas! ¡zas! ¡tras!¡tras! ¡iiiin! ¡iiiin!. Semejante interpretación resultaría graciosa si el único espectador no hubiera sido el que habría de repetirla una y otra vez a lo largo de la jornada y quien sabe durante cuantos días.
.-Lo que usted diga don Adolfo
Y allí quedó aquél hombre con su faena ¡zas! ¡zas! ¡tras!¡tras! ¡iiiin!   ¡iiiin! ¡zas! ¡zas! ¡tras!¡tras! ¡iiiin! ¡iiiin!.
Estaba ya a la puesta el sol cuando apareció don Adolfo en su caballo.
.-Mi querido amigo Rogelio, estas hecho un cristo, ¡que manera de galguear y de sudar!, ni que el trabajo que estas haciendo fuese una cosa de fuerzas, se nota que no estas acostumbrado al trabajo, pero no te preocupes que yo eso te lo tengo en cuenta y para que veas que soy generoso contigo y para que no vayas largando por ahí que si soy que si no soy, te voy a dejar que te vayas mas temprano con tu jornalito ganado. Para terminar, solo tienes que limpiar las herramientas, poner unos espantapájaros a lo que llevas sembrado y cuando termines te vas a tu casa y descansas, que para mañana antes que salga el sol te quiero aquí, por ser tu, no tendrá que ir a la plaza, desde ahora mismo ya tienes la peonada para mañana. ¡ea! hasta mañana. ¡Ah! y yo creo que hoy te he dado una lección de amistad, a pesar de todas las infamias infundadas que tu has hablado de mí.
.-Looo.. que usté diga.. don.. Adorfo.
Mientras nuestro querido amigo Rogelio terminaba su jornada,  el ditero volvía a pasar por su casa  como en tantas  otras ocasiones frustradas a cobrarse parte de la dita.
.-Pero, Bernardina, déjate caer con algo, aunque sean cincuenta céntimos.
.-Jace mas de un siglo que no veo yo una perra chica, cuanto mas 50 céntimos.
.-Pues, hoy no me voy yo sin cobrar algo. Además, que sepas que ya ni pan te doy.
.-¡Ui no!, no me jaga eso Abelardo, por tos tu muerto Abelardo.
.-Pos dame argo, tu sabes que siempre te querio.
.-No, como va a se asina, no me jagas eso.
.-Enga, si naiden se va a enterá.
.-Dios mío, si sentera mi mario nos mata, pero sea por er pan de mishijos.
Y allí que se enfrascó en faena el Abelardo el ditero y nuestra querida amiga Bernardina.
Estando los anteriores en revuelco y empuje, se presentó sin previo aviso nuestro desgraciado amigo Rogelio.
-¡Ay Bernardina!, ques´tas jaciendo. ¡Ay que cru ma grande ma caio, ¡ay!, ¡ay! ¡ay!.
.-Perdóname mi amó, mi cielo. Perdóname, lo jacia por nuestros shijos, por su pan.
.-Sí, si yo ya te perdonao. Pero, lo que mimporta es que se entere don Adorfo, queste cabrón cuando lo sepa me pone dos cantaros en los cuernos y quiere que riegue la siembra.




viernes, 7 de junio de 2013

Ya pagará el Inglés el vino que bebió

Ya pagará el Inglés el vino que se bebió. No crean salir indemnes de esta masacre, patulea de indeseables.
Aprovecháis la situación para hacer, lo que habéis deseado hacer desde que llegasteis al poder. Sois una banda de malhechores camuflados por la ignorancia de un pueblo, por su benevolencia, por su falta de criterio. Los españoles nunca llegaremos a nada, porque somos un pueblo domesticado y manso, siempre nos hemos dejado acariciar mientras depositaban migajas de pan en el suelo. Ellos lo saben muy bien y aprovechan la coyuntura.

No puedo permacer impasible a tanta injusticia y desde este, mi rinconcito, quiero aportar mi granito de arena y quiero levantar la voz aunque sean pocos a los que les llega y a esos pocos os digo ¿que será de nosotros cuando envejezcamos, que será de nuestros padres, que será de nuestros hijos, que será de nuestra sociedad?.
Nustros padres, nosotros, nustros hijos y nustra sociedad mendigará un trozo de pan, una caricia. Volverá don Adolfo a la plaza del pueblo montado en su caballo a repartir la faena de sol a sol y a pagar con un mendrugo de pan.
¿Como me puede gobernar quien dice ¡Joderos!?(diputada Andrea Fabra, tras conocer los recortes a los parados y funcionarios, hija de Carlos Fabra, agraciado en la lotería hasta cinco veces, presidente del PP en Castellón y Presidente de la Diputación desde 1995, cargo que ostenta la familia desde 5 generaciones. Investigado por
tráfico de influencias, cohecho y delito fiscal. 
¿Como me puede gobernar quien defiende a rateros declarados porque visten sus mismos colores?

Si en lugar de una de las investigaciones judiciales por corrupción más extensas y complejas de la democracia habláramos de fútbol, estaríamos ante una tarjeta roja por reiteración de faltas. La Audiencia Nacional ha certificado la expulsión del Partido Popular del sumario del Caso Gürtel por fraude procesal al utilizar su condición de acusador popular para defender a lo largo del tiempo a algunos de sus imputados más relevantes, entre ellos al extesorero Luis Bárcenas o al exdiputado nacional Jesús Merino. 
 ¿Como me puede gobernar quien roba a mis mayores?, ¿como me puede gobernar quien quita a mis hijos el acceso a la cultura?, ¿como me puede gobernar quien me quita la salud, mi casa, mi dignidad...?, ¿como me puede gobernar esta banda de bandidos?.
En poco más de un año en el poder, el Ejecutivo presidido por Mariano Rajoy nos esta haciendo renunciar a la sanidad pública, a la enseñanza pública, a las políticas de igualdad, a los derechos laborales y a las ayudas sociales a los colectivos más desfavorecidos".
   "En solo 15 meses", el Gobierno de Rajoy ha aplicado el rodillo de una mayoría absoluta, que le ha llevado a despreciar el diálogo y los consensos para cambiar el modelo de Estado.

comedor de estudiantes



Comedor Zaragozano, 6,81 euritos (El Eraldo.es)


comedor de nuestros diputados, 8 euros

Un vistacito al contratito de restauración de nuestros politicos

La connivencia y el pasotismos de los partidos políticos de la oposición, de los sindicatos, de las instituciones, de la prensa escrita, radio, televisión... Me dan a entender dos cosas, la una, que todos estan untados,  corrompidos, y la segunda, que no valen ni para estar escondidos.


Los españoles somos un pueblo manso, pero hasta los mansos se revelan cuando pasan hambre, este se está convirtiendo en un país de hambrientos. Hambrientos de pan y de justicia.